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Martín Fierro y el Azul

Por Enrique C. Rodríguez

INTRODUCCION:

Así como en otra oportunidad vinculamos de alguna manera a nuestra ciudad con el " Santos Vega ", a través de la figura de Don Paulino Rodríguez Ocón, hoy vamos a ver si podemos hacer lo mismo con nuestro máximo poema nacional, "Martín Fierro" .

La primera referencia que vamos a efectuar, tiene lo que podríamos denominar un carácter afectivo. Es que José Hernández, en el Prólogo de la 5ª. edición de la Vuelta de Martín Fierro, dice textualmente : " Diversos periódicos de la ciudad y campaña, como El Heraldo del Azul, La Patria de Dolores, El Oeste de Mercedes, y otros, han adquirido...justos títulos a nuestra gratitud..."

No es poco honor que el primer órgano periodístico de nuestra ciudad - cuyo nombre exacto es Heraldo del Sud - merezca el agradecimiento del autor de nuestro máximo poema nacional.

La segunda vinculación que abordaremos es de carácter geográfico, y para esto, vamos a emplear un trabajo del Dr. Bartolomé J. Ronco del año 1931, el cual sentó las bases de la idea que luego profundizaría muy inteligentemente el Dr. Adolfo Rocha Campos en su libro " El ámbito geográfico del Martín Fierro ", publicado en 1999.

El artículo del Dr. Ronco apareció en 1931, en el número 4 de la Revista "Azul" , qué el dirigía, y se titula " Azul y Martín Fierro ".

Vamos a señalar también que dicho trabajo fue reproducido por el Diario del Pueblo, de nuestra ciudad, el día 8 de Septiembre de 1934, y por el Suplemento Cultural de Diario El Tiempo, que dirigía el Profesor Juan Antonio Carrau, en 1983.

Expresa el Dr. Ronco que el poema " Martín Fierro " no tuvo el simple alcance de referir la historia de un gaucho, sino el más extenso y fundamental de expresar las circunstancias especiales de toda una clase social. Esa significación del poema, que le da su carácter de epopeya civil, explica que no haya necesitado de determinaciones geográficas precisas.

Y así, son muy pocas las referencias toponímicas que José Hernández realiza.

La más conocida, nombra a la ciudad de Ayacucho, y dice así:

Yo llevé a un moro de número

Sobresaliente matucho!

Con él gané en Ayacucho

Más plata que agua bendita –

Siempre el gaucho necesita

Un pingo pa fiarle un pucho

Pero a juicio del Dr. Ronco, esa falta de menciones a lugares concretos de nuestra provincia, no impide que pueda precisarse, con elementos tomados del mismo poema, la zona exacta en que se movió el personaje.

Hay una estrofa, en el Décimo Canto de la Segunda Parte, en la que el protagonista nos habla de una sierra.

Martín Fierro ha huído de las tolderías donde muriera su amigo Cruz; lo acompaña en la fuga la cautiva que ha rescatado, y tras recorrer larga travesía por el desierto, nos cuenta:

Después de mucho sufrir

Tan peligrosa inquietud

Alcanzamos con salú

A divisar una sierra

Y al fin pisamos la tierra

En donde crece el ombú

Cuál fue esa sierra que divisaron Martín Fierro y la cautiva?

Si consideramos, dice Ronco, que ambos huyeron de las tolderías de Calfucurá, en Salinas Grandes, la sierra que divisan y que les indica el final de la travesía, no pueden ser las elevaciones de Curamalal y la Ventana, porque éstas, altas y muy extensas, se divisan desde muy lejos saliendo de lo que se llamaba el desierto.

Por lo tanto, y si el rumbo adoptado por los fugitivos era de Oeste a Este, hacia la línea de frontera, las únicas sierras que pueden observarse, y que a su vez indicaran la llegada a la civilización, son las de Quilla Lauquén, en jurisdicción de Olavarría, siguiendo el llamado " camino de los chilenos " el cual pasaba al Sur de dichas elevaciones.

En consecuencia,y como en la época en que Hernández concibió su poema no existía entre el Azul y Bahía Blanca otro pueblo que el nuestro, debemos concluir que la población a la cual llegó Martín Fierro no era otra que Azul.
 

El libro del Dr. Adolfo Rocha Campos.

Luego de dos excelentes conferencias que pronunciara en nuestra Biblioteca Popular, el Sr. Juez Adolfo Rocha Campos editó en 1999 un meduloso libro que como dijéramos, se titula " El ámbito geográfico del Martín Fierro " . El ejemplar que consultamos nos fue facilitado por el Dr. Luis María Vitale, cuyo reciente fallecimiento mucho lamentamos.

a) Encuadre temporal:

El autor realiza inteligentes observaciones, que le permiten concluir que existe una correspondencia perfecta entre el tiempo de la obra, y el tiempo real de la historia que se vivía en ese momento en el país.

En La vuelta leemos estos versos:

Pero al fin tuve la suerte

De hallar un amigo viejo

Que de todo me informó

Y por él supe al momento

Que el juez que me perseguía

Hacía tiempo que era muerto:

Por culpa suya he pasado

Diez años de sufrimiento.

Y los he pasado ansí

Si en mi cuenta no me yerro:

Tres años en la frontera,

Dos como gaucho matrero,

Y cinco allá entre los indios

Hacen los diez que yo cuento.

Nos dice Rocha Campos que Ayacucho fue fundado como Partido en 1865, y tuvo sus primeras autoridades al año siguiente, de donde deduce que el poema comienza prácticamente en 1866.

Hay otra referencia temporal, que es la campaña del Ministro Gainza.

Escuchemos al poeta:

Nos anunciaban que iríamos

Sin carretas ni bagajes

A golpiar a los salvajes

En sus mesmas tolderías;

Que a la guelta pagarían

Licenciandoló al gauchaje.

Que en esta despedición

Tuviéramos la esperanza,

Que iba a venir sin tardanza,

Sigún el jefe contó,

Un menistro o qué se yo...

Que lo llamaban Don Ganza

Bien, la campaña de Gainza tuvo lugar en 1869, y luego vienen los dos años de matrero.

Como la obra se termina de escribir en 1871, entre 1869 y 1871 están los dos años que analizamos.

Por otra parte, los cinco años en los toldos, transcurren entre 1871 ( año en que Hernández termina la primera parte del poema y Cruz y Fierro pasan la frontera ) y el año 1876, momento en el cual el autor comienza a trabajar en La Vuelta.

Esa sincronización permite explicar, según Rocha Campos, porqué Hernández atribuye a esa fecha ( 1876 ) la decadencia del poder indígena. Es que ya se había librado en 1872 la Batalla de San Carlos, y repelido el Malón Grande, en 1875.

b) Significado del ombú.

Para ir terminando, pese a que el libro de Rocha Campos tiene muchas más referencias interesantes, por lo que invitamos calurosamente a su lectura, diremos que en la ya referida estrofa en la cual Fierro y la cautiva regresan a la civilización, ambos llegan a la tierra " en donde crece el ombú "

Este árbol requiere un alto porcentaje de humedad para su desarrollo; en consecuencia, a medida que nos alejamos hacia el Sur y el Oeste, el ombú se hace cada vez más escaso. Entonces, lo que Fierro quiere decir es que ha dejado atrás la zona de tierras secas, para ingresar a planicies más húmedas; ya que en estas zonas se da el ombú; mientras que de donde viene el protagonista, no.

 

 

NOTA: Este texto fue difundido en el programa " Ana y el espejo "de la Sra. Ana María Praiz, a través de la emisora FM del Pueblo de la ciudad de Azul ( 104.1 del dial ).

El autor agradece el inestimable apoyo de la conductora, y del amigo y gran colaborador en la Hemeroteca, Sr. Mario Labaronnie.

En consonancia con el propósito de divulgación histórica que animara nuestra participación en la radio, se permite la reproducción total o parcial de este artículo, con el solo requisito de la mención de su fuente.

 

Con posterioridad a la difusión de este artículo, recibimos vía InfoAzulDiario.com.ar un interesante comentario, que transcribimos a continuación:


Acerca del artículo de Martín Fierro en Azul

Al ingresar días pasados a la versión digital de Infoazuldiario, recurso habitual entre los que vivimos en el extranjero y deseamos seguir de alguna manera vinculados a todo lo que ocurre en nuestro querido Azul, me encontré con un interesante apunte acerca de la probable vinculación del Martín Fierro a nuestra localidad y partido circundante. El escrito considera las posibles conexiones entre algunas referencias geográficas y topónimos que se nombran en el poema y su identificación con parajes o lugares de nuestra patria chica. Todo este ejercicio se efectúa buceando en las escasas menciones que hace Hernández de esto en sus dos volúmenes. Debido a que toda la acción se desarrolla en la infinitud de la pampa in extenso, como si la ausencia de límites de la desaforada llanura le impidiera al protagonista precisar puntos concretos, o como si la uniformidad del paisaje pusiera el énfasis del relato en lo que hacen los personajes, se exime al escritor de estancarse en el detalle de intersticios geográficos indignos de mencionarse. Este aspecto hace muy ardua la tarea de buscar asideros paisajísticos identificables, tarea bien sobrellevada por el autor de la nota. Si bien el artículo resulta completo, desearía agregar únicamente a título de hipótesis una asociación más, que hace referencia a un espacio emblemático del "Martín Fierro" con un sitio histórico de nuestro partido. Dice Hernández:

Habían estao escondidos

aguaitando atrás de un cerro

Lo viera a su amigo Fierro

aflojar como un blandito!

Salieron como maíz frito

en cuanto sonó un cencerro

Se vinieron en tropel

haciendo temblar la tierra

No soy manco pa la guerra

pero tuve mi jabón

pues iva en un redomón

que había boliao en la sierra

Al que le dan un chuzazo,

dificultoso es que sane.

En fin, para no echar panes

salimos por esas lomas

lo mesmo que las palomas

al juir de los gavilanes

El episodio refiere a un ataque de los indios en momentos en que Fierro estaba sirviendo en un fortín del ejército fronterizo. En la primera estrofa reseñada vemos que el protagonista menciona claramente "un cerro"; luego en la segunda estrofa, "la sierra" y finalmente en la última, "esas lomas". En el momento histórico en que se escribe la primera parte del poema (1872), un fortín aledaño a los accidentes geográficos como los citados, era el Fortín Miñana, ubicado en el cuartel VII del partido de Azul. Este emplazamiento militar tuvo existencia como tal desde 1860 hasta 1869. Nuestro personaje en cuestión sirvió 3 años en los fortines, más el tiempo en que anduvo como gaucho matrero hasta encontrar a Cruz, determina que el mencionado fortín sea contemporáneo con la vida de Fierro en la milicia. El cerro que se nombra bien puede ser el "Cerro Negro" ubicado a unos 7 km del fortín, lugar en donde la historia oral de la zona documenta que antiguamente se apostaban los bomberos indios para avistar los movimientos de los soldados (Jorge Gómez Romero comunicación personal, recogida de su padre Fortunato Gómez Romero). La sierra, en donde Martín Fierro boleó al redomón, bien puede ser las "Sierras Bayas" del partido de Olavarría, o alguna de las sierras del partido de Azul. Por último, los campos en que se sitúa el Miñana, son ligeramente quebrados con abundante presencia de lomas como las que se mencionan en la última estrofa citada.

Otra posibilidad es que fuera el Fuerte Independencia, emplazamiento originario de la actual ciudad de Tandil, pero se sabe que los fuertes utilizados en la "conquista del desierto" eran de mayor envergadura, tanto a nivel edilicio (presencia mayoritaria de construcciones de ladrillo) como en cuanto al número de efectivos que lo ocupaban. En contraposición el asentamiento militar que describe Fierro es un miserable cantón como el Fortín Miñana, en donde los Feos, sucios y malos de la época se veían obligados, por designios del estado nacional, a desarrollar parte de su vida.

El citado fortín, fue excavado por un equipo de investigación bajo mi dirección. Actualmente el proyecto de recuperación arqueológica de los fortines de la sección Sud está siendo subvencionado por la Universidad Autónoma de Barcelona (España) espacio en donde, a través de una beca de la misma casa de estudios, desarrollo mis investigaciones sobre éste y otros fortines de la región. Debo mencionar –aunque para muchos resulte poco "científico"- que en el imaginario colectivo de quienes excavamos Miñana, siempre estaba presente el recuerdo del mítico gaucho y de todos los "Martín Fierro" que sufrieron el encierro en aquellas particulares prisiones, encierro aderezado con no pocos golpes de látigo, palos, estaqueadas al sereno en las "deliciosas" noches invernales de nuestra región y enlaces -no precisamente amorosos- con el temido cepo. Bondades que la justicia militar de la época, cual émulos de marines yankis de lejanas prisiones iraquíes, repartía entre los gauchos. Castigos corporales que aquellos soldados mestizos sufrieron en carne propia de manos de oficiales porteños, blancos y pertenecientes a clases acomodadas de Buenos Aires. No está de más hacer un par de referencias breves a aquellas manifestaciones físicas del poder que confiaban más que nada en el poder coercitivo de la exhibición pública. La ritualización de estos suplicios corporales ponía de manifiesto la relación desigual de fuerzas que dan su poder a la ley; ley que está siempre atenta, en la praxis, de lograr la consolidación y la supervivencia de ciertos privilegios.

Las menciones a suplicios y castigos corporales abundan en las referencias al ejército de fronteras. El lector interesado puede consultar autores como: Ebelot; Grau; Gutiérrez; Hux; Mansilla; Rodríguez Molas o Salvatore entre otros. Sería engorroso citar lo que cada uno de ellos menciona acerca de este tema, un tratamiento exhaustivo del mismo fue publicado por quien suscribe en el Journal of Social Archaeology de octubre de 2002. Solo recordemos que el cepo tenía dos tablas unidas por una bisagra, con tres cavidades semicirculares cada una. Se cerraban a candado y al juntarse se formaban tres círculos huecos que aprisionaban al inculpado por el cuello y los tobillos o el cuello y las muñecas. D’amico, quien fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires a fines del XIX recordaba: "el cepo siempre estaba cubierto de manchas rojas de sangre, gastado, liso, reluciente, bruñido por la frecuencia del martirio" (citado en Historia Social del gaucho de Ricardo Rodríguez Molas) .

Martín Fierro también lo menciona al denunciar :

Y el lomo le hinchan a golpes,

y les rompen la cabeza,

y luego con ligereza

ansí lastimao y todo,

lo amarran codo con codo

y pa el cepo lo enderiezan.

Sobre otra forma de castigo físico mencionaremos a título el que aparece registrado en un antiguo documento. En el Fuerte del Azul, donde se situaba la jefatura de la comandancia de fronteras de la sección Sud, se redactó un decreto militar el 7 de Julio de 1857 que ponía de manifiesto lo inhumano de los castigos que se imponían entre las tropas que guarnecían los fortines. Éste refiere a "los efectos perniciosos del uso del cuchillo en el interior de los fortines, dada las peleas que se evidencian entre los hombres". Debido a esta razón el decreto ordenaba: "Desde hoy en adelante todo individuo de tropa a quien se le encontrase con cuchillo cargado al cinto... será castigado con doscientos azotes al frente de todo el cuerpo". En el artículo siguiente se disponía que a "Todo individuo de tropa que en riña hiriese a otro del ejército con cuchillo, piedra o palo... se le impondrá irremisiblemente el castigo de ochocientos azotes al frente de su regimiento". Y finalmente, el último artículo establecía que "Si de la herida resultare muerto el agresor sufrirá en lugar de pena de azotes, la de ser pasado por las armas al frente de todo el ejército" (Documento del Archivo Histórico del Museo Etnográfico "E. Squirru" de Azul).

En 1864 el diputado Joaquín Granel, junto con su par correntino Torrent, presentaron en la legislatura un proyecto para suprimir los castigos corporales en las Fuerzas Armadas. La mayoría de las opiniones que se suscitaron al respecto entre los diputados condenaron esta iniciativa, aduciendo que la indisciplina se adueñaría de todo el ejército, haciendo imposible su normal funcionamiento.

Como dijera Roland Barthes "La autoridad, incluso en sus manifestaciones más sangrientas, no era más que un decorado; bastaba con pasear por en medio de esa mecánica la mirada de un hombre, para que se derrumbara". Pero para mirar, había que hacerlo con las dioptrías adecuadas. Tuvieron que pasar 17 años para corregir la mirada miope de la mayoría de los representantes de la clase dirigente del país y que, como consecuencia, el cepo fuera oficialmente prohibido en noviembre de 1881. En fin, los castigos reseñados forman parte de un diagrama histórico en el que existió una tecnología de poder que operó en todos los niveles de la sociedad, impactando fuertemente sobre las clases bajas que habitaban aquel mal llamado "desierto" del poema de Hernández. Su implementación en el ámbito militar posibilitó la existencia de un cúmulo de micro-poderes que enmarcaron la vida de los soldados gauchos. La consolidación de este esquema se manifestaba en diferentes segmentos: en el enganche y el disciplinamiento de los gauchos, en la vida en el fortín-prisión y en la ritualización del poder evidenciada en los suplicios corporales. La alternativa utilizada por los soldados para escapar a esta tecnología de poder era únicamente la deserción, acción que efectúa sin hesitar el soldado Martín Fierro: "yo no pude aguantar más y me hice humo en un sotreta".

Esta perspectiva se aleja bastante de aquella pergeñada por la historia oficial argentina, que proponía la conquista del desierto como la gesta inmortal, llevada a cabo por heroicos paladines de la civilización cuya meta era extirpar para siempre del territorio nacional el salvajismo y la barbarie de gauchos e indios.

Facundo Gómez Romero

Arqueólogo

Master en Arqueología

Universidad Autónoma de Barcelona

 

Creado: 2009-07-17 20:10:23 - Modificado: 2009-07-24 12:40:09

Comentarios

yani - ([email protected]) dijo:

Hola muy linda y buena la informacion, pero quiero saber cual es el nombre de la estofa mas utilizada del martin fierro

2010-06-09 21:37:03

Ailen - ([email protected]) dijo:

Hola necesito saber que relación propone el poema entre el vino y canto? Por que?

2012-08-27 23:50:02

 

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