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Andrés Segovia en Azul

Por Adriana Abadie

 

Un recorrido por los diarios de la época nos permite afirmar que 1947 fue un año para nuestra ciudad que se caracterizó por recibir la visita de grandes hitos de la cultura internacional.
Dimos ya cuenta en nuestro programa radial de la presencia, en el mes de septiembre, del escritor cubano Nicolás Guillén. Hoy vamos a revivir la visita de otro grande, pero del campo de la música: el eximio guitarrista español Andrés Segovia.
Fue también en septiembre, sólo que su presentación en Azul sucedió con trece días de anterioridad. El miércoles 17 del mes que inaugura la primavera, el intérprete que inmortalizara composiciones de jerarquía como Recuerdos de la Alhambra o Sevilla maravilló al público local en el Cine Teatro San Martín.
Segovia tenía 54 años cuando ofreció su recital con el auspicio de la Agrupación Artística Maná. Se presentó sobre el escenario con las primeras sombras de la nochecita, dado que los espectáculos, por entonces, se programaban temprano. Ya a las 19 el público se disponía a escuchar sus mágicos acordes, respetuosos de la prohibición contenida en el programa oficial: “No se admitirá el ingreso a la sala durante la ejecución de las obras “.
 
Pero antes de adentrarnos en las noticias locales, repasemos un poco la biografía del gran guitarrista.
Andrés Segovia nació el 18 de febrero de 1894, en el pueblo de Linares, provincia de Jaén, España.
Hijo de un humilde carpintero, es probable que de haberse criado con él jamás hubiera podido seguir su vocación musical. Sin embargo, el destino quiso ponerlo en manos de unos tíos que disfrutaban de una posición económica holgada... Y aun así, las cosas no fueron tan sencillas.
El estribillo repetido en la infancia de muchos de los grandes músicos de la historia, es que sus familiares no veían con buenos ojos sus afanes artísticos. Y Andrés Segovia no fue la excepción. Para él, la familia quería el oficio de farmacéutico, por lo cual no tuvo más remedio que estudiar guitarra solo y a escondidas.
A lo anterior, debe sumarse el hecho de que en los años de su niñez, la guitarra era un instrumento menospreciado, pues se consideraba propio de los gitanos y sus bailadores.
Su primer maestro fue un barbero flamenco que rasgaba con buen gusto las cuerdas de la guitarra. Después, durante la adolescencia, estudió en el Instituto de Música de Granada.
Y aun al paso de los años, convertido ya en el más grande guitarrista clásico del mundo, Andrés Segovia seguía en etapa de preparación. Nunca dejó de estudiar y la práctica de la guitarra le llevaba al menos cinco horas al día.
Su gusto hacia el instrumento y el interés que ponía en su aprendizaje, lo llevaron a avanzar rápidamente.
 En 1910, cuando tenía 16 años, dio su primer concierto en la ciudad española de Granada, donde presentó un repertorio que había formado con partituras halladas en bibliotecas y adaptaciones a obras de los grandes músicos.
Aunque continuó ofreciendo recitales, fue una presentación ofrecida en Madrid en 1913 la que Segovia consideró como su debut. Como no tenía una buena guitarra, decidió alquilarla y el resultado fue un éxito clamoroso.
Once años más tarde, en París, se presentaría ya como un virtuoso internacional. Tenía 31 años y era el mejor guitarrista del mundo.
Además, era aficionado a la lectura; los libros de filosofía e historia eran sus favoritos. Incluso ya entrado en los setenta, había empezado a escribir sus memorias que llevaban como título "La guitarra y yo".
El rey de España le otorgó en 1981 el título de Marqués de Salobreña. Seis años después, Segovia trabajaba en su discurso de investidura como doctor "honoris causa", cuando lo sorprendió la muerte.
 
Volviendo a nuestra ciudad, digamos que el diario El Tiempo publicaba el viernes 12, con el título “El sortilegio de Andrés Segovia”:
“Rara vez nuestro ambiente culto, amante a las expresiones más puras del arte, ha evidenciado una más entusiasta especialidad que la que ha despertado el recital que Maná realizará el 17 de septiembre venidero, en la sala del Cine Teatro San Martín.
“Y es que nuestro público sabe de cuerdas que canta, que suspiran y que lloran; de sonidos brillantes, opacos o inmateriales; de gamas de infinitos matices y emociones, y de un guitarrista que se sirve de su instrumento cual un pintor de su paleta. Sabe –al fin- que es Andrés Segovia quien viene a nosotros por primera vez en la plenitud de su fama, empuñando el cetro de su máxima jerarquía.”
Tanta era la trascendencia que cobraba entre los habitantes azuleños esta visita tan distinguida, que el Diario Del Pueblo del viernes 12, con el título “Concierto de Andrés Segovia”, daba a conocer la lista de personas que habían retirado sus entradas para el concierto. Era extensísima, pero recogemos, entre otros, los nombres de las siguientes familias: Adolfo Pintos, Alfredo Begbeder, Noel Layús, Antonio Toscano, Italo Brumana, José Arrastúa, Florencio Mirande, Enrique Lecot, Edgardo Vigna, Francisco Bogliolo, Tomás Huarte, Balbino Zubiri, Enrique Castellar, Néstor Ronchetti, Ignacio Garzón Ferreyra, Blas Dhers, Emilio Puente, Juan C. Peralta Reyes, Oscar Rezzónico, José Mendiola, Justo Barda, y sigue la lista. Entre otros nombres también se destacan los de las damas Leonor R. de Ciancio, Julia O. de Piazza, Caíta Rodríguez Ocón, Margarita P. de Schneider, Haydeé y María Elena González, María Alex y Gelo Urrutia Artieda, Cuca y Pica Montiel, Celia Tullo, Alicia Davis, Dora Peroggi, Elena Palombo.
 
En su edición del día 11, el diario El Tiempo publicaba una semblanza del guitarrista.
Entre otros términos señalaba: “La personalidad de Andrés Segovia es poliédrica. Presenta fases diversas y todas ellas interesantes. Pueden considerarse en él, el guitarrista eminente, el músico de intuición fina y selecta y el hombre de alta cultura, conversador delicioso en el sentido socrático de la palabra.
“Poner la guitarra al servicio de la música elevada y especialmente de la música polifónica, es mérito que por sí solo concede a Segovia el derecho de figurar en la historia de los grandes músicos”.
Por su parte el Diario del Pueblo reproducía el juicio de valor de uno de los más caracterizados críticos musicales de París, Candide.
“Segovia –decía- ha vuelto a visitarnos. En el estrado de la sala Gaveau ocupó su acostumbrado lugar en una pequeña silla y apoyando el pie izquierdo en un taburete hizo bajar las luces para crear esa esfera íntima y elegante que es un secreto suyo.
Con un simple deslizamiento de sus dedos sobre las cuerdas sabe acordar la sensibilidad del público, del mismo modo que afina su guitarra, es decir con una misteriosa y mágica dulzura.
No hay nadie en todo el mundo que toque la guitarra como Segovia. Hay en su arte, como en el del pianista Gieserking, algo de sortilegio, un sortilegio eólico. En los dos casos la cuerda pierde su materialidad. Segovia y Gieserking la hacen vibrar sin que al parecer toquen.”
Continúa diciendo en otro párrafo el crítico francés: “No me canso de oír a Segovia cuando arranca a su instrumento esa polifonía aterciopelada, luminosa y matizada hasta lo infinito y lo convierte en un emisor radiofónico que nos transmite un concierto de orquesta del más allá, de muy lejos, muy lejos de nosotros, por los pequeños genios del éter”.
 
Gracias a la gentileza de la señora Coca Antonelli, quien nos hiciera llegar por intermedio de nuestra amiga Haydeé Diéguez de Vázquez una donación que consiste en una importante cantidad de programas de los diversos actos que organizara la Agrupación Artística Maná, en su dilatada existencia, es que hoy podemos contar con el detalle de la totalidad de las piezas que interpretara Andrés Segovia en nuestra ciudad.
Comenzó ejecutando tres obras breves de Purcell: A new irish tune, Menuet y Jig. Continuó con la Sonata de Scarlatti, Preludio y Gavota de Bach y Tema variado de Sor.
La segunda parte se abrió con el Fandanguillo de Turina, Madroños de Moreno Tórroba y Dos Preludios de Tárrega.
El último tramo del concierto dio inicio con la Danza de Granados, para seguir con tres clásicos de Albéniz: Granada, Torre Bermeja y Sevilla, hasta que el telón bajó definitivamente en un cerrado y efusivo aplauso.
 
El diario El Tiempo en su edición del día siguiente al espectáculo comentaba esta distinguida visita. “Andrés Segovia brindó anoche su arte maravilloso”, titulaba, para destacar lo extraordinario del concierto, señalando que “Todas las referencias que acerca del arte de Andrés Segovia poseíamos, fueron anoche superadas en cada una y en todas las interpretaciones, en las que el artista puso de manifiesto una técnica, un gusto y un sentimiento que estaban mucho más allá de todo lo que pudimos imaginarnos.”
Seguía diciendo: “No es posible determinar cuáles fueron las ejecuciones que más gustaron, ya que al sonido, siempre subyugante de las cuerdas heridas por los dedos maravillosos de Segovia, se une una técnica segura que maravillaba en todas las interpretaciones. Anoche Andrés Segovia, revivió, fundiéndolas dulcemente, delicadamente en el espíritu de la concurrencia, los sones magníficos de las antiguas e inmortales guitarras morunas de Granada, con las flamencas guitarras de Sevilla.”

 

 

 

Creado: 2009-12-26 16:29:12 - Modificado: 2009-12-26 16:29:12

Comentarios

Marcelo Huarte - ([email protected]) dijo:

De la página no se desprende el año del concierto de Segovia

2017-02-17 15:39:48

Enrique dijo:

Sí se desprende: 17 de septiembre de 1947

2017-04-12 14:51:03

 

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